Vicente se aburre. Todo lo aburre. Hasta la música lo aburre. Su madre ha salido en una nueva gira con su orquesta. El joven repite sus ejercicios de piano: desgrana las notas, recorre las escalas. Piensa, una vez más, en las palabras de su profesor de música: "¡Quiero que encuentres la música de las cosas!". ¿Para qué buscarla?. ¿Tiene auténticos deseos de hacer carrera como intérprete?. Desearía hablar de esto con Leila, pero su amiga lo desorientó con sus cabellos violetas y con sus súbitas ansias de independencia. De pronto, el teléfono. Del otro lado del receptor, una voz inesperada. Una voz que, sin embargo, él debería conocer...