A pesar de afirmar lo contrario, nuestras sociedades "eligen" la  desigualdad. Esto, que parece una provocación, es el punto de partida de un  ensayo imprescindible. Si se profundiza la brecha entre el 1  más rico y los  demás, no es sólo por la lógica cruel del capitalismo financiero sino porque  también el 99 , en sus prácticas más cotidianas, genera desigualdades. Todos  los que pueden  los más privilegiados, las clases medias  prefieren vivir en  barrios donde sólo se encuentran con personas afines, y con el mismo  criterio eligen la escuela a la que mandarán a sus hijos, mientras expresan  el hartazgo fiscal de dar sin recibir beneficios proporcionales. Como  contrapartida, los barrios de los sectores populares se perciben como "zonas  peligrosas, amenazantes", al tiempo que los extranjeros parecen más  numerosos, los desempleados "abusan" de las ayudas del Estado y los jóvenes  pobres y sin estudios están siempre "al borde de delinquir".  Con argumentos tan filosos como consistentes, François Dubet plantea la  urgencia de afrontar esta situación, en la que los grandes principios que se  declaran con palabras rimbombantes  la democracia, la igualdad  chocan con  el fraude y la evasión fiscal de quienes tienen recursos, con la  estigmatización de los más débiles y con la culpabilización de las víctimas.  Para explicar este desajuste, analiza la crisis que, desde los años ochenta,  desmanteló los pilares de la solidaridad y la integración social: el  trabajo, las instituciones ligadas a la educación, la justicia y la salud,  la idea de una nación homogénea y la creencia en la representación política.