EL 29 DE DICIEMBRE DE 2017, Fernando Pastorizzo recibió dos balazos en la ciudad de
Gualeguaychú, Entre Ríos, y murió. Su novia, Nahir Galarza, se adjudicó el asesinato, cometido con el arma de su padre, policía. Con el único sustento de su confesión, luego de siete meses de pobreza investigativa, fue condenada a prisión perpetua. El fallo, como aceptaron los propios fiscales, quiso ser ejemplificador, instalando la idea de "machicidio" como contracara absurda del femicidio. La idea -nefasta, cruenta, arbitraria- de que "la mujer también mata". La corta edad de los involucrados -la víctima fatal tenía veinte años y la chica condenada a vivir entre rejas de por vida, diecinueve- convirtió el caso en el más emblemático de criminalidad joven de toda la región.
Pero Nahir, a pesar de haberse incriminado, eligió despegarse de los miles y miles de casos que quedan en el ostracismo y sumar como vocero oficial a un mánager de famosos. Intuyó que, quizás, manteniendo la vigencia del hecho, lo efectivamente ocurrido podría salir a la luz. Jorge Zonzini, ese mánager de famosos, cuenta en primera persona los 42 meses de ese derrotero -al lado de Nahir mientras ejerció su trabajo; como buscador impenitente de la verdad cuando dejó de asesorarla- en una crónica sin intermediarios ni concesiones, que no ahorra ningún detalle, y que propone este testimonio en un libro de trinchera.