Aunque tener una olla atada a él convierte a Lorenzo en un joven cariñoso, encantador y artístico, no poder deshacerse de este apéndice adicional le causa mucho dolor. Constantemente se queda atascado, la gente lo mira fijamente y tiene que intentar pensar dos veces más antes de hacer cualquier cosa. Por suerte para él, conoce a alguien que lo ayuda a superar estos problemas y le hace ver lo positivo de tener una olla en el brazo.
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