La representación de enredos amorosos trágicos, ya sea en el cine o en el teatro, sería considerada propaganda contrarrevolucionaria. Solo queda la posibilidad de la comedia social satírica, cuyo objeto de burla sería fundamentalmente la nueva burguesía. La cuestión es si el cine, una de las armas más avanzadas de dominación imperialista de las masa, puede ser expropiado partiendo de esta base. En Rusia, es de máxima importancia adoptar una posición política extremadamente matizada. En Alemania, basta con un trasfondo político vago y genérico, aunque también sería necesario exigirlo allí. Método de escritura en Rusia: exponer un material extenso y de ser posible nada más. El nivel de educación del público es tan pobre que las formulaciones quedan incomprendidas. En cambio, en Alemania solo se exige una cosa: resultados. A nadie le interesa cómo se consiguen.
BENJAMIN WALTER
Nació en Berlín el 15 julio de 1892 en el seno de una acomodada familia judía. "Vine al mundo bajo el signo de Saturno -escribió en una ocasión-, el planeta de la revolución lenta, el astro de la indecisión y del retrasó, sello de su personalidad melancólica y de su infortunio. Tristeza y soledad marcaron su corta vida y su suicidio, pero también le convirtieron en el crítico más lúcido de la modernidad. Próximo a la teología judía que le transmitió su amistad con Scholem e influido por el marxismo de Brecht, quiso conciliar ambas escuelas de pensamiento con su propia teoría de la experiencia y un singular ana lisis filológico que había heredado de la tradición alemana y de su inclinación hacia la cultura francesa. Durante la década de los treinta estuvo vinculado a la Escuela de Frankfurt, aunque siempre se definió como "investigador y escritor independiente". Inclinado vertiginosamente hacia la muerte, habi a pensado en el suicidio al menos en dos ocasiones antes de llevarlo a cabo en Port Bou en septiembre de 1940.