Leer la obra de Tantanian exige un ánimo más cercano al de la lectura poética que al de la teatral o dramática. Las palabras, a lo largo de estas páginas, parecen brotar de una fuente a su ritmo, a su tiempo, y uno en tanto lector trata de establecer cuál es esa particularidad que está siempre en fuga.
"Leer la obra de Tantanian exige un ánimo más cercano al de la lectura poética que al de la teatral o dramática. Las palabras, a lo largo de estas páginas, parecen brotar de una fuente a su ritmo, a su tiempo, y uno en tanto lector trata de establecer cuál es esa particularidad que está siempre en fuga. Uno cree comenzar a aprehender algo, a producir sentido. Y es precisamente en ese momento cuando la obra se despliega en toda su magnitud y huye de nuestro espíritu reduccionista y racional. Las palabras no parecen decir, simplemente son. Y cuando se las fuerza hacia un sentido ordinario, profano, se nos escapan, porque su materialidad es más cercana a la del agua que a la de la piedra.
'La belleza es terror domesticado' dice un epígrafe a Cine quirúrgico. Y tal vez esta sea la mejor imagen para describir su concepción del lenguaje poético, aplanado por la domesticación propia de la razón".
Federico Irazábal