Agua, de Diego Ravenna, tiene una rara cualidad: es un libro exquisito, sutil, delicado, y a la vez potente. ¿De qué depende la potencia en la poesía? ¿Puede algo frágil ser a la vez fuerte?El poder de este libro reside en esa paradoja: una escritura suave y mansa como el agua, que es capaz sin embargo de horadar la dura corteza de una materia, la del lenguaje, a veces tan compacta e impenetrable, tan rebelde ante cualquier intento violento de manipularla para darle una forma determinada. Decía que el movimiento era una ilusión que generamos para conservar intacta la belleza del paisaje, que sólo aquello que sedimenta, puede preservar el misterio de las cosas y protegernos al mismo tiempo de su verdad. ¿Será que a veces lo que permanece vedado, se revela por sí mismo porque ya estaba ahí, como un animal agazapado y a la espera de su presa? ¿Entonces buscar una señal del cielo antes de la caída del agua, es estar ya bajo la tormenta?
Claudia Masín