Desde la primera edición de Las negociaciones nuestras de cada día el mundo ha seguido hundiéndose en luchas cada vez más tortuosas en pos de poderes absolutos que casi siempre han pretendido disimularse bajo las mejores intenciones . Las interminables negociaciones con las que se pretende resolver intereses contrapuestos se arropan con el manto de la paz, pero sostienen valores éticos faltos de solidaridad. Siguen siendo negociaciones que privilegian la astucia en beneficio de unos pocos, en lugar de encontrar un punto de equilibrio para satisfacción de todos.