¿Hay un destino prefijado o somos responsables de nuestros actos? ¿Qué leyes humanas o divinas nos gobiernan en esta vida?
Calderón de la Barca, notable dramaturgo del Siglo de Oro español, propone en La vida es sueño el mundo como teatro, la vanidad de los bienes terrenales, y la debilidad de la ostentación. «La experiencia me enseña que el hombre que vive sueña lo que es hasta despertar», recuerda Segismundo, el Príncipe cristiano, para no caer nuevamente en el engaño de una felicidad prestada.
Sólo el amor y las buenas obras hacen trascender al hombre y lo conducen a la verdadera vida, aquella que está del otro lado de la mezquindad y la soberbia.
CALDERON DE LA BARCA PEDRO
Pedro Calderón de la Barca nació en Madrid el 17 de enero de 1600 en el seno de una familia hidalga. Su padre ejerció como secretario del Consejo de Hacienda y su madre procedía de linaje noble. Fue educado en el Colegio Imperial de Madrid y cursó estudios en Alcalá y Salamanca hasta 1620. Abandonó sus estudios para dedicarse al teatro y en 1623 estrenó su primera comedia, Amor honor y poder. Pronto se convirtió en uno de los dramaturgos más relevantes del Siglo de Oro. Viajó por Italia y Flandes al servicio de altos dignatarios. En 1651 se ordenó sacerdote y más tarde fue nombrado capellán de honor por el rey. Escribió más de cien comedias y ochenta autos sacramentales, entre los que sobresalen La vida es sueño y El alcalde de Zalamea. Falleció en Madrid el 25 de mayo de 1681 dejando un legado cumbre del barroco español.