LA LIBERTAD DE LA PORNOGRAFÍA
¿Qué es la pornografía?, ¿debe ser prohibida?, ¿es moralmente objetable?, ¿debe ser sometida a restricciones legales que no son aplicadas a otro tipo de materiales?, ¿su producción y consumo causa daño real a las mujeres?, ¿debe ser censurada, regulada o protegida como una forma de libertad de expresión? Al inteligente y sólido escrutinio de estas preguntas se dedica Ana Valero Heredia en este pionero ensayo sobre un debate fundamental que hasta ahora no contaba con literatura experta en español. La palabra pornografía nace en la Antigüedad y es tanto una forma cultural cuyo significado ha ido variando en cada época en función de las convenciones sociales, políticas o de género, como una categoría legal con la que los tribunales se han enfrentado una y otra vez sin llegar a conclusiones definitivas. En la actualidad la pornografía digital mayoritaria, el llamado porno mainstream, carece de cualquier ambición artística y no ejerce la función desafiante que ha caracterizado tradicionalmente a la representación de la sexualidad humana. Esta clase de porno, convertido por internet en la vía de iniciación a la sexualidad para los más jóvenes, no sale gratis en términos de igualdad entre hombres y mujeres. Pero ¿se podría cambiar de signo una producción tan marcadamente patriarcal para que juegue a favor de los derechos sexuales de las personas? ¿Es posible una pornografía que en vez de propaganda sea búsqueda?
ANA VALERO HEREDIA
Es doctora en Derecho Constitucional desde 2007. Profesora Titular de Derecho Constitucional de la UCLM, ha publicado monografías sobre la libertad de conciencia del menor de edad, la laicidad del Estado y la cultura de la cancelación, así como numerosos artículos en revistas especializadas. Como docente ha realizado estancias de investigación y docencia en el Trinity College de Dublín, La Sorbona de París, La Sapienza de Roma o la Northwestern University de Chicago, entre otros. Es colaboradora en varios medios de comunicación y asesora a distintos colectivos sociales y organismos públicos.
Edad recomendada: Adultos.