Entre 1854 y 1862 Buenos Aires estuvo separada del resto del país. Sabemos lo que ocurrió en términos históricos, cuáles eran las posturas políticas, los conflictos sociales, los problemas económicos. Pero Emilio Saad, en La casa de las ánimas, se atreve a algo más: imagina los conflictos de algunos personajes que perfectamente pudieron vivir en esa ciudad que pretendió, por un tiempo, ser un estado independiente. Una nena, su madre viuda, una señorita solterona, un científico francés y un hombre solitario se enfrentan a situaciones que hoy, casi un siglo y medio después, todavía persisten. Así estos personajes sufren por amor, padecen los prejuicios de los demás, se enfrentan a la incomprensión y el descreimiento. Enmarcada en una época muy dura de nuestro país, esta novela se permite jugar con la magia de unas madejas fantásticas, mientras rescata del olvido, con sorprendente belleza, algunos míticos personajes de nuestra historia. La casa de las ánimas está abierta, pero sólo para aquellos, que, como Stella, tengan el coraje suficiente para empujar la puerta.