La Argentina transgénica no es ninguna novedad: el cultivo de soja genéticamente modificada para resistir los herbicidas se expande cada vez más, al tiempo que las empresas de agronegocios se concentran en unos pocos jugadores transnacionales. Frente al fenómeno, están los que celebran este modelo tecnoproductivista, afirmando que permitirá "solucionar el hambre en el mundo", y quienes advierten sobre el daño ambiental y llaman a resistir activamente el modelo. ¿Hay modo de abordar esto por fuera de un enfoque de buenos y malos, de víctimas sumisas por un lado y élites perversas por el otro? ¿Hay modo de pensar más allá de un optimismo sin verdadero fundamento, pero también de los críticos que idealizan un mundo rural perdido como si fuera posible recuperarlo?