"Era la noche en que debía resolverse el juego comenzado en julio, y Saül tenía que darme una respuesta. Pero yo ya no lo deseaba, estaba cansado, sin ánimo siquiera de terminar el juego. No dije nada, y él tampoco, por supuesto. Después de todo, ésa era la doble respuesta. Excelente método para cancelar el deseo: contrato a largo plazo".
Incidentes es el libro póstumo de uno de los mayores intelectuales del siglo XX. Roland Barthes desnuda en este libro la naturaleza obsesiva y corrosiva del deseo a través de una escritura fragmentaria que imita el carácter intermitente e imprevisible de los sentidos. Así como en sus obras Roland Barthes por Roland Barthes y Fragmentos de un discurso amoroso, Barthes una vez más se pregunta por lo que fue quizás el núcleo central de sus últimas reflexiones: los inesperados síntomas del amor. Pero a diferencia de sus anteriores escritos, el autor se concentra aquí en lo sensible, casi como una coronación a sus trabajos teóricos sobre el mismo asunto.
Este libro reúne tres textos escritos entre 1977 y 1979: "La luz del sudoeste", "Esta noche en el Palace" y "Noches de París" y el que da título al libro, escrito en 1969, durante la estancia de su autor en Marruecos, especialmente en Tánger y Rabat.
En la línea de las Confesiones de Rousseau, Incidentes permite conocer a un Barthes íntimo, lleno de expectación, decepción, poesía y desesperación.
BARTHES ROLAND
1915-1980 Fue una de las figuras intelectuales más importantes que emergieron en Francia en la posguerra, y sus escritos son, todavía hoy, objeto de estudio y discusión. Este crítico y ensayista francés, nacido en noviembre de 1915, desarrolló gran parte de su trabajo en un ambiguo espacio entre la lingüística y la literatura. Entre sus libros, obtuvieron gran reconocimiento sus estudios semiológicos sobre la imagen. En 1977 fue designado titular de la cátedra de Semiología Literaria del Collège de France, que fue creada especialmente para él por consejo de Michel Foucault. En su Lección inaugural, publicada por Siglo XXI Editores, Barthes se definió a sí mismo como "un sujeto incierto": demasiado literario para los lingüistas, que siempre lo consideraron un intruso; demasiado lingüista para los críticos literarios, que pocas veces llegaron a entenderlo. Quizá sea este rasgo el que lo ha convertido en uno de los pensadores y teóricos más influyentes en su campo.