Nadie espera que, al despertarse un día, con mucha hambre de tostadas, haya un monstruo en la cocina. Pero resulta que un sábado, a Matías le pasa exactamente eso. ¿Es su imaginación o de verdad es un monstruo? Un monstruo peludo y gris, con cresta amarilla, cola rosa y garras anaranjadas. ¡Qué horror! Eso le sacaría el hambre hasta el más valiente. ¿Y qué hará Matías, entonces? Lo que haríamos todos: llamar a su mamá. Que también lo ve, pero no de la misma manera en que lo vio Matías. "Hay un monstruo en la cocina" empieza así: desde una mirada. Que va cambiando, como un reloj, como una brújula, para mostrarnos cómo cada uno de nosotros puede ver las cosas desde un punto de vista único e irrepetible: el propio. El final, tierno y gracioso, abre una ventanita inesperada a la que podemos asomarnos para espiar algo sorprendente: la mirada del pobre monstruo que fue sorprendido, in fraganti, con una cuchara, en esa cocina.
STRAUCH PATRICIA
Nació en la ciudad de Buenos Aires un 23 de febrero de 1978. Todos esperaban al varón de la familia, pero no: llegó la cuarta hija mujer, y mis hermanas me eligieron el nombre Patricia, que no era muy común para la época. Enseguida adopté el sobrenombre Pato, que supongo me parecía más acorde a una niña de mi edad. Crecí en el barrio porteño de Belgrano rodeada de familia y muchos amigos que hoy siguen formando parte de mi vida. En 2002 me recibí de Traductora pública de inglés en la UBA. Trabajé varios años en un estudio de traducciones y luego free-lance para poder acomodar mis horarios a mi incipiente rol de madre y esposa. Con la maternidad empecé a conectarme más con la literatura infantil, primero eligiendo una biblioteca hogareña para disfrutar con mis hijos y luego inventando historias para ellos. Así empezó mi pasión por los cuentos para niños. En un principio creaba cuentos con problemáticas parecidas a las de mis hijos, para ayudarlos a resolver algo puntual, pero después empecé a incorporar historias más fantasiosas y divertidas con el único fin de entretenernos y pasarla bien. Hoy no me imagino cómo sería un día entero sin escribir. Participo de talleres especializados en literatura infantil y juvenil, así como también de cursos de escritura más generales.