A lo largo de su trayectoria literaria, Paul Auster, reconocido novelista, ha mantenido una estrecha relación con el medio cinematográfico. Este volumen recoge tres de sus incursiones en el cine, una excelente oportunidad para adentrarse en una faceta poco conocida del autor norteamericano. A los guiones de Smoke, Blue in the Face y Lulu on the Bridge los acompaña abundante material adicional que enriquece y complementa la lectura: entrevistas a los integrantes del equipo creativo, notas a los actores con comentarios y descripciones de escenas, además del relato «El cuento de Navidad de Auggie Wren», que el director de cine Wayne Wang leyó en The New York Times el 25 de diciembre de 1990 y más tarde motivó la película Smoke. «El cine es una extensión de mi trabajo como escritor. Y es una faceta con la que disfruto muchísimo.» Paul Auster
AUSTER PAUL
Nueva Jersey , 1947. «Toda vida es inexplicable -escribe Paul Auster-. Por muchos hechos que se cuenten, por muchos datos que se muestren, lo esencial se resiste a ser contado.» Y sin embargo, su condición de narrador quizá pueda explicarse a partir de La invención de la soledad 1982 . El padre de Auster había muerto y atrás quedaban sus traducciones del francés, sus poemas como «puños cerrados», sus obras entre bambalinas como «negro» literario y sus estudios de literatura francesa, italiana e inglesa en la Universidad de Columbia. De su quehacer lírico había nacido una prosa elegante y depurada. La trilogía de Nueva York 1987 fue su obra consagratoria. En ella, el azar lleva a los protagonistas a asumir distintas identidades dentro de una compleja arquitectura narrativa de espejismos metaficcionales, una pesadilla urbana teñida de enfermedad, locura y fracaso. El Palacio de la Luna 1989 y Leviatán 1992 , ganadora del Premio Médicis, son otras de sus obras más destacadas. En 2006 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras como reconocimiento a la renovación literaria que supuso la unión de las tradiciones norteamericana y europea. Para Auster, las palabras del célebre dramaturgo Peter Brook bien podrían definir la aspiración final de su obra: que posea a un tiempo «la intimidad de lo cotidiano y la distancia del mito, porque sin cercanía no es posible el sentimiento y sin distancia es imposible el asombro».