El nombre de Carlos Gorostiza está unido a los ámbitos del teatro y de la narrativa. Su labor se inicia cuando, en 1949, estrena El puente, pieza fundacional de la moderna dramaturgia argentina. A partir de entonces dio a conocer obras que ya son clásicos en la producción teatral contemporánea: El pan de la locura (1958), Los prójimos (1966), ¿A qué jugamos? (1968), El lugar (1970), Los hermanos queridos (1978), El acompañamiento (1981), Hay que apagar el fuego (1982), Matar el tiempo (1982), Aeroplanos (1992), El patio de atrás (1994) y A propósito del tiempo (1997). Durante las décadas del 40 y del 50 fue uno de los animadores del Teatro Independiente, y fue uno de los principales responsables del Teatro Abierto en la versión inaugural de 1981. Publicó las novelas Los cuartos oscuros (1976); Cuerpos presentes (1981), El basural (1988) y La buena gente (Planeta, 2002). La producción de Carlos Gorostiza, conocida en el mundo entero a través de traducciones al inglés, portugués, francés, italiano, alemán, finlandés y ruso, se hizo acreedora a innumerables distinciones nacionales e internacionales. En 1999 recibió el premio Planeta por su novela Vuelan las palomas.