El gato se parece mucho a otros artículos de alta tecnología que seguramente ya tiene en casa; es compacto y portátil como los aparatos digitales. Es capaz de funcionar de manera autónoma durante largos períodos sin intervención humana, y la mayoría de sus componentes disponen de una función de autolavado. Pero, a diferencia del resto de productos de consumo del mercado, el gato viene sin manual de instrucciones. Se trata de un gran descuido, dado que su sistema operativo es desconcertante y complejo, y sus mecanismos están mucho mejor sintonizados que en los coches de gama alta.