La fábula esópica ha servido de modelo a todos los fabulistas de la antiguedad y de los tiempos modernos. Se caracteriza por la habilidad y la argucia en la creación de los temas. La brevísima narración tiene como personajes a los animales que simbolizan los vicios y defectos del hombre. Más que relatos son pequeñas escenas de comedia, de acción simple y propósito claro, que justifican la intención popular del creador. Esopo, en efecto, quería que su arte fuese comprendido por el pueblo, al cual él mismo pertenecía por su modesto origen y su condición subalterna.
Las fábulas de Esopo tienen una intención didáctica: se proponen enseñar a las gentes simples las virtudes sociales y prácticas de un modo claro y fácilmente accesible, muy distante de las especulaciones de Aristóteles y Platón acerca de la moral. Su filosofía es optimista, y si señala con acritud los vicios, no por eso deja de considerar al hombre capaz del bien.