La dura sensualidad y el profundo intimismo de Alejandra Pizarnik confluyen en esta selección de su obra poética, a cargo de Ana Becciu.
La autora, figura de culto de las letras hispanas y una de las escritoras más representativas de la segunda mitad del siglo XX, muestra en sus versos las entrañas de alguien torturado, que ama de un modo animal, que devora y que coquetea con dejarse ir para siempre. Su poesía escenifica batallas brutales, luchas feroces en las que quema todo cuanto la rodea con la esperanza indisimulada de dejar que el fuego la consuma a ella también. A los treinta y seis años se rindió definitivamente. Sus versos arderán siempre.
PIZARNIK ALEJANDRA
Fue hija de un matrimonio de inmigrantes judíos de Europa del este. A los diecisiete años inició estudios de filosofía y periodismo; más tarde se inscribió en la carrera de letras, que también abandonó. Asistió a clases de pintura en el taller de Juan Batlle Planas y a los diecinueve años publicó su primer libro, La tierra más ajena. A este le siguieron La última inocencia 1956 , Las aventuras perdidas 1958 , Árbol de Diana 1962 , Los trabajos y las noches 1965 , Extracción de la piedra de la locura 1968 y El infierno musical 1971 . Entre 1960 y 1964 vivió en París, donde hizo amistad con Julio Cortázar, Octavio Paz y André Pieyre de Mandiargues. Al regresar a Buenos Aires obtuvo el Premio Fondo Nacional de las Artes y la Beca Guggenheim. La condesa sangrienta, su prosa más extensa, entreteje la poesía y la reseña literaria. En un pasaje de sus diarios dejó escrito: «¿Cuál es mi estilo? Creo que el del artículo de la condesa. Insisto, una y otra vez, en la fascinación por el tema de mi nota. Nunca después volvió a sucederme algo parecido». Alejandra Pizarnik murió a los treinta y seis años tras haber forjado una de las obras más profundas y perdurables del siglo xx.