Como si tuviera un magnetismo especial para atraer opuestos irreconciliables, Mar del Sud ha cooptado la mente y la voluntad de numerosos emigrantes, emprendedores que se la han jugado a todo o nada, cazafortunas y criminales. Este pequeño pueblo del lejano Sudeste de Buenos Aires ha cobrado fama no solo por las narrativas macabras acerca del maltrecho hotel Boulevard Atlántico, sino también por sus ilustres visitantes y su pendular fortuna, cuya génesis podría situarse en una barranca del arroyo La Tigra, en 1888, con el hallazgo del cráneo fósil que le habría dado origen a la Humanidad. Una suerte romántica que en Mar del Sud suele cambiar como cambia el viento: sin previo aviso. La historia del contingente de judíos rusos perseguidos que encontró allí su tierra prometida, y su trágico destino, o la aventura del espionaje nazi y el relativo éxito de los desembarcos clandestinos confirman que en este despojado pueblo a orillas del océano Atlántico nada termina siendo como originalmente se había planeado. Entre estos dos hechos, entre el cementerio de niños judíos que fue borrado del mapa y el hallazgo de la lápida de un jerarca nazi bajo los cimientos de una solitaria casa en el medio del campo, nace este pequeño libro, una crónica documental que podría leerse como una ficción literaria si no fuera descarnadamente cierta.
