El tiempo empieza en Tucumán. Tiempo dulce para pocos, de azúcar e ingenios, amargo para muchos, de polvo y espanto. David Viñas. lo llama "crónica de un ingenio" y jugando con las palabras de la definición, de este querido y gran escritor argentino, decimos que es "la crónica del ingenio de la explotación permanente".
No es sólo la historia de Tucumán, ni de un pueblo o un ingenio, es la historia de nuestro país a través de ellos pero reflejada mediante la cara triste de una luna tucumana que nos mira a todos por igual sintiendo el padecer de las oscuras nubes que vienen a cubrirla para intentar infructuosamente ocultar el rostro de los responsables de tanta ignominia. Pero donde hay noche hay día, y hay escritores como Eduardo Rosenzvaig, que nos deja un legado en forma novelada, con la convicción de la esperanza en la lucha de los que no aceptan el engañoso dulce sabor de la explotación.