El libro de las ilusiones Paul Auster Meses después del accidente en el que murieron su mujer y su hijo, David Zimmer, escritor y profesor en Vermont, escribe un libro sobre la única persona que ha conseguido devolverle la sonrisa, el actor de cine mudo Hector Mann, desaparecido décadas atrás. Un día, Zimmer recibe una carta solicitándole un encuentro: Mann sigue vivo, y quiere conocer a su devoto seguidor. A la espera de nuevas indicaciones, David recibirá la inquietante visita de Alma Grund, amiga del actor, que desencadenará acontecimientos que cambiarán su vida para siempre. En El libro de las ilusiones, la décima novela de Paul Auster, la narración de la vida de Hector Mann contada por Zimmer se mezcla con lo que le sucede al profesor y con la filmografía del actor, configurando potentes historias entrecruzadas que difuminan los límites entre la ficción y la realidad.
AUSTER PAUL
Nueva Jersey , 1947. «Toda vida es inexplicable -escribe Paul Auster-. Por muchos hechos que se cuenten, por muchos datos que se muestren, lo esencial se resiste a ser contado.» Y sin embargo, su condición de narrador quizá pueda explicarse a partir de La invención de la soledad 1982 . El padre de Auster había muerto y atrás quedaban sus traducciones del francés, sus poemas como «puños cerrados», sus obras entre bambalinas como «negro» literario y sus estudios de literatura francesa, italiana e inglesa en la Universidad de Columbia. De su quehacer lírico había nacido una prosa elegante y depurada. La trilogía de Nueva York 1987 fue su obra consagratoria. En ella, el azar lleva a los protagonistas a asumir distintas identidades dentro de una compleja arquitectura narrativa de espejismos metaficcionales, una pesadilla urbana teñida de enfermedad, locura y fracaso. El Palacio de la Luna 1989 y Leviatán 1992 , ganadora del Premio Médicis, son otras de sus obras más destacadas. En 2006 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras como reconocimiento a la renovación literaria que supuso la unión de las tradiciones norteamericana y europea. Para Auster, las palabras del célebre dramaturgo Peter Brook bien podrían definir la aspiración final de su obra: que posea a un tiempo «la intimidad de lo cotidiano y la distancia del mito, porque sin cercanía no es posible el sentimiento y sin distancia es imposible el asombro».