"Me vinieron de nuevo ganas de matar. Es como que el cuerpo me lo pide", le dice Arquímedes Rafael Puccio al periodista Emilio Coblan. Por la intimidad del gesto -el exconvicto se apoya en el hombro de Coblan- cualquiera podría pensar que son padre e hijo. El periodista quiere que confiese tres secuestros que no se investigaron y dónde está la fortuna que amasó con los rescates. Esa historia resolverá sus problemas económicos y catapultará su carrera. Pero para obtenerla, no bastará con acosa, acorralar y negociar con un viejo tan astuto como fabulador: tendrá que quebrar la ley para ganar la pulseada.