DÍAS Y NOCHES DE AMOR Y DE GUERRA EDICIÓN 2016 - 978-987-629-559-8
Edad recomendada: Adultos.
EDUARDO GALEANO
Nació en Montevideo en 1940. Desde principios de 1973, vivió exiliado en la Argentina y en la costa catalana de España. En 1985 regresó a Montevideo, donde vivió desde entonces. Es autor de varios libros, traducidos a numerosas lenguas. En ellos comete, sin remordimientos, la violación de las fronteras que separan los géneros literarios. A lo largo de una obra donde confluyen la narración y el ensayo, la poesía y la crónica, sus libros recogen las voces del alma y de la calle. Ha recibido el premio José María Arguedas, otorgado por la Casa de las Américas de Cuba; la medalla mexicana del Bicentenario de la Independencia; el American Book Award de la Universidad de Washington; los premios italianos Mare Nostrum, Pellegrino Artusi y Grinzane Cavour; el premio Dagerman, de Suecia; la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid y el premio Vázquez Montalbán del Fútbol Club Barcelona. Fue elegido primer Ciudadano Ilustre de los países del Mercosur y fue también el primer galardonado con el premio Aloa, de los editores de Dinamarca, y el primero en recibir el Cultural Freedom Prize, otorgado por la Fundación Lannan. Murió en Montevideo, el 13 de abril de 2015.
SINOPSIS
En 1976, a los 36 años, Galeano comienza un largo exilio que lo lleva primero a Buenos Aires y más tarde a Cataluña. Golpeado por la desaparición, el asesinato o el exilio de sus compañeros, allí escribe Días y noches de amor y de guerra como un acto reparatorio, una crónica sobrecogedora del tiempo transcurrido entre mayo de 1975 y julio de 1977, donde plasma una rigurosa fotografía del horror político de esos días.
Este libro, Premio Casa de las Américas 1978, es la más autobiográfica retrospectiva de las dictaduras del Cono Sur y de la nostalgia del exilio. Pero a la vez Galeano suma, al testimonio ominoso de la muerte, una memoria íntima del éxtasis del amor.
"A veces, se me da por sentir que la alegría es un delito de alta traición, y que soy culpable del privilegio de seguir vivo y libre. Entonces me hace bien recordar lo que dijo el cacique Huillca, en el Perú, hablando ante las ruinas: 'Aquí llegaron. Rompieron hasta las piedras. Querían hacernos desaparecer. Pero no lo han conseguido, porque estamos vivos'. Y pienso que Huillca tenía razón. Estar vivos: una pequeña victoria. Estar vivos, o sea: capaces de alegría, a pesar de los adioses y los crímenes".