De Mugica al Padre Pepe. Historias de lucha y esperanza "¿Padre Pepe?", preguntó un hombre parado en la vereda de una oscura calle del barrio de Barracas. "¡Rajá de acá! Cuando todo esto de la droga deje de estar en la TV vas a ser boleta." Era el 20 de abril de 2009 y el destinatario de la amenaza fue José María Di Paola, sacerdote católico de 46 años y líder del equipo de curas villeros de la Capital. La difusión de esa advertencia mafiosa instaló en los medios de comunicación al grupo de sacerdotes que viven en las villas miseria de la ciudad de Buenos Aires y que se proclaman herederos de los precursores Mugica, Ricciardelli, Botán, Vernazza y De la Sierra, entre otros. Hombres que, ante la pobreza extrema, hicieron y hacen el cristianismo con lo que tienen al alcance de su mano y respondiendo a enormes desafíos, siempre cambiantes.