El 6 de febrero de 1999, la muerte de un pibe chorro, el Frente Vidal,  acribillado por la policía, elevó a la categoría de mito a esa especie de  Robin Hood de la villa que repartía entre los vecinos lo que robaba, y dio  origen al santo capaz de obrar milagros como el de cambiar el destino de las  balas policiales.     Cristian Alarcón se sumergió en esa realidad tan cercana como extraña para  muchos y compuso este relato formidable  de los cruces y vínculos entre la  violencia uniformada y la de jogging y zapatillas, la transa y el robo, la  solidaridad y la traición.