Aunque muchas veces estén expuestos a la hostilidad y la desconfianza públicas, y debilitados por las transformaciones económicas de las últimas décadas, los sindicatos argentinos siguen siendo llamativamente fuertes: mantienen su capacidad de movilización y presión política y, sobre todo, son un espacio genuino de militancia y contención para muchos trabajadores. En este libro, se argumenta que esa resistencia responde a la capacidad de los sindicatos para generar lazos afectivos y de valores, para crear una identidad compartida entre militantes que se construye mucho más en la vida cotidiana que en los momentos de movilización y protesta más espectaculares.