¿Somos una función del cerebro? ¿Deberemos aceptar que nuestra historia, nuestras emociones, nuestra conciencia, nuestros dolores... todo está codificado en la actividad de unos miles de millones de neuronas? Hoy podemos mirar el cerebro en acción desde afuera, y así vislumbrar sus funciones, las zonas que se activan al ver la imagen de la maestra de primer grado, o al repasar la tabla del siete, o al cantar bajo la lluvia. Pero la comprensión de la conciencia, esa capacidad de saber quiénes somos, que tenemos un cuerpo, que nos duele la punta del dedo, es aún esquiva, aunque hay cierto consenso en que el cerebro tiene mucho -si no todo- que ver con esas cosas. En este libro recorreremos las cavernas y los palacios de la conciencia; tanto esas zonas luminosas que podemos comprender como las cuevas oscuras que el cerebro se resiste a mostrarnos a nosotros mismos y a los investigadores que las exploran con velas en la mano . Luego de un paseo histórico por las ideas sobre el cerebro y la conciencia, entraremos de lleno en el sistema nervioso a través de las puertas de la percepción, que nos permiten saber que hay un mundo ahí afuera aunque a veces sean de lo más engañosas . Nos sorprenderemos con diversos experimentos y transitaremos por los bordes de la conciencia perdida... en el cerebro. En suma, se trata de un viaje hacia nosotros mismos.
GOLOMBEK DIEGO
Es doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad de Buenos Aires. Se desempeña como profesor titular en la Universidad Nacional de Quilmes, donde dirige un laboratorio especializado en cronobiología, el estudio de los ritmos y relojes biológicos, y es investigador superior del Conicet. Fue presidente de la Sociedad Argentina de Neurociencias y coordinador del Programa Nacional de Popularización de la Ciencia. Además de su labor como científico, tiene una reconocida trayectoria como divulgador de la ciencia en diversos ciclos televisivos y medios gráficos. Es autor de varios libros y uno de los organizadores de TEDxRíodelaPlata. Entre muchas otras distinciones recibió la beca Guggenheim, el Premio Kalinga Unesco -la máxima distinción mundial en divulgación científica-, el Premio Konex, el Premio Nacional de Ciencias Bernardo Houssay y el curioso aunque académico Premio Ig Nobel.