En estos tiempos de rápidos y breves mensajes enviados y recibidos a través de pantallas frías e impersonales, las cartas se han revalorizado. Su formato, que durante siglos apenas cambió, hoy nos parece un prodigio de eficiencia comunicativa, de una jugosa riqueza visual y una asombrosa capacidad para revelarnos en detalle la intimidad de sus redactores, ya fueran personajes históricos o ciudadanos de a pie.
Desde la desgarradora carta que escribe Virginia Woolf antes de suicidarse hasta la receta de los scones de la reina Isabel II, que envía al presidente Eisenhower; del primer uso del acrónimo O.M.G. del que se tiene constancia en una carta a Winston Churchill al llamamiento a mantener la paz que Gandhi dirige a Hitler; y de la bonita carta en la que Iggy Pop da consejos a una atribulada y joven admiradora a la extraordinaria misiva en la que Leonardo da Vinci solicita empleo, Cartas memorables es una celebración del poder de la correspondencia escrita que capta el humor, la seriedad, la tristeza y la genialidad que forman parte de nuestra vida.