El 17 de mayo de 1944 en el campo de concentración de Ravensbrück, ante el espanto de las cámaras de gas, se consumía la vida de Mílena Jesenska. En un sanatorio de las afueras de Viena, veinte años atrás, había muerto Franz Kafka. Mílena fue la traductora al checo de algunos de los primeros textos breves del escritor praguense, que utilizó la lengua alemana. Muy pocas veces se vieron personalmente, pero anudaron una larga e intensa relación epistolar. Las Cartas a Mílena forman parte de los textos kafkianos de carácter más autobiográfico; tal vez sea sólo una manera de decir: un sello personal intransferible -entre la extrema piedad y el extremo terror- marca sin fisuras todos y cada uno de sus escritos.
KAFKA FRANZ
Franz Kafka es considerado uno de los autores más influyentes del siglo XX. Desarrolló su carrera literaria en alemán, ya que pertenecía a la minoría germanoparlante de Bohemia, en aquel tiempo todavía bajo el dominio del Imperio Austrohúngaro. En 1912 publicó la antología Contemplación y en 1915 vio la luz su obra más conocida, La transformación. Kafka enfermó de tuberculosis y escribió muchos de sus cuentos mientras permanecía convaleciente. Tras varias bodas sin consumarse y debido a su delicado estado de salud, decidió mudarse a Berlín para concentrarse en su obra. En 1924 su salud se agravó notablemente y falleció el 3 de junio de ese mismo año. La mayor parte de la obra de Kafka permanecía inédita en el momento de su muerte. Poco antes de morir le encargó a su mejor amigo, Max Brod, que destruyera una maleta donde estaban todos sus textos. Sin embargo, Brod decidió supervisar la publicación de su obra, que acabó por convertirse en un éxito internacional.