Desgraciadamente, no son pocos los que piensan que las matemáticas constituyen un tormento del que hay que escapar. No saben estas personas lo equivocadas que están: la matemática constituye uno de los productos más refinados y útiles que han producido los humanos. Y puede ser muy divertida, como muestra este Baúl de tesoros matemáticos, del distinguido matemático y celebrado divulgador Ian Stewart. Producto de toda una vida de íntima relación con las matemáticas, de descubrir detalles matemáticos por todos los rincones de la vida y de la naturaleza, es este un libro para ocupar las horas en una isla desierta, uno en el que se puede entrar por cualquier lugar. ?Si quiero?, escribe su autor, ?intercalar un acertijo presuntamente inventado por Euclides entre una historia sobre reyes escandinavos que se juegan a los dados la propiedad de una isla y un cálculo de la probabilidad de que los monos tecleen aleatoriamente las obras completas de Shakespeare, entonces ¿por qué no??. Se trata, efectivamente, de una miscelánea, pero una sabía miscelánea plena de pequeños tesoros matemáticos, que iluminarán tanto el espíritu como la inteligencia de sus lectores, incluso de aquellos que hasta ahora odiaban las matemáticas. «Un regalo ideal para los adictos a los sudokus que empiezan a preguntarse qué debe de haber más allá.
STEWART IAN
Ian Stewart nacido en 1945 en Inglaterra es un matemático británico y uno de los divulgadores científicos más reconocidos del mundo. Es profesor emérito de Matemáticas en la Universidad de Warwick y miembro de la Royal Society desde 2001.
Ha escrito más de 140 artículos científicos y decenas de libros de divulgación, como ¿Juega Dios a los dados?, Cartas a una joven matemática y 17 ecuaciones que cambiaron el mundo. Su estilo combina rigor matemático con un enfoque accesible y entretenido, lo que lo ha convertido en una figura clave para acercar las matemáticas al gran público.
También ha incursionado en la ciencia ficción, colaborando con Jack Cohen y Terry Pratchett en la serie The Science of Discworld. En 1995 recibió la Medalla Michael Faraday por su labor divulgativa y en 2008 fue el primer galardonado con la Medalla Christopher Zeeman.