ADIÓS AL FRÍO - 978-987-8979-37-3
Edad recomendada: Adultos
ELVIRA SASTRE
Nació en Segovia en 1992. A los quince años inaugura el blog Relocos y Recuerdos, y escribe sin cesar, dando a conocer sus versos a través de las redes sociales. Ha publicado los poemarios Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo 2013 , Baluarte 2014 , Ya nadie baila 2015 y La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida 2016 .
Elvira colabora con músicos, cantautores y otros poetas, y ha publicado dos libros que combinan la ilustración y la poesía: Tú la Acuarela Yo la Lírica 2013 , una colaboración con la ilustradora Adriana Moragues, y Aquella orilla nuestra 2018 , ilustrada por Emiliano Batista EMBA .
Elvira Sastre compagina su carrera poética con la escritura y la traducción. Ha traducido a poetas como Rupi Kaur o Gordon E. McNeer y a novelistas como E. Lockhart o John Corey Whaley. Recientemente su obra y su labor en favor de la creación artística han sido reconocidas con el Premio La Sombra del Ciprés, concedido por la Asociación Cultural de Novelistas Abulenses.
En la actualidad, la escritora llena teatros y salas de conciertos con sus recitales poéticos y comparte con los lectores su poesía, vivencias y su mundo personal a través de las redes.
SINOPSIS
Un poemario que nos instala en la calidez de la luz, alejándonos de todo lo que nos congela.
Adiós al frío se despide de todo aquello que nos inmoviliza, lo que no nos permite movernos ni avanzar. Con una voz potente y firme, Elvira Sastre se instala en la innegable calidez de la luz, alejándonos de todo lo que nos congela.
«Elvira Sastre es poeta, y el oficio de los poetas supone un esfuerzo por entender la vida. Es la necesidad de decir, de decirse, de contarlo, de permanecer en una voz. Pero también el deseo de escuchar la nieve o el mar, la manera de habitar en dos orillas, de meditar el dolor y el amor, las heridas que no se ven y aquello que nos hace felices sin que sepamos nombrarlo. Una poesía hecha de insistencia, una poeta que quiere llegar hasta los huesos, como nos enseñó César Vallejo. Una lucidez que no oculta la razón de los lamentos, pero que enumera e insiste en una voluntaria fe de vida».