Vasili Grossman fue corresponsal de guerra en el frente de Stalingrado cuando la perla del Volga padeció la feroz ofensiva de los ejércitos alemanes. Nadie como el autor de la memorable Vida y destino supo plasmar el impresionante fresco de una batalla que marcó el curso de la Segunda Guerra Mundial. El ritmo trepidante de su pulso narrativo transporta al lector a los combates calle por calle, casa por casa, puerta por puerta, bajo las bombas y un incesante fuego de artillería. Años de guerra reúne novelas y relatos como El pueblo es inmortal o El viejo profesor , así como las crónicas de Grossman sobre sus vivencias en el frente de Stalingrado o sobre el avance inexorable de las tropas soviéticas hasta las puertas de Berlín, amén del impresionante El infierno de Treblinka , el primer testimonio de los horrores del Holocausto que fue utilizado en el Tribunal de Nuremberg. Publicados íntegramente por vez primera en España, estos textos conforman un todo de una magnitud épica sobre uno de los episodios que cambió el rumbo de la historia y constituyen una nueva muestra del talento narrativo de Vasili Grossman.
GROSSMAN VASILI
Nacido en Berdíchev 1905 en una familia judía emancipada, no fue educado en la tradición de sus antepasados. Ingeniero de profesión, empezó a escribir relatos durante su etapa universitaria y se centró definitivamente en la escritura a mediados de los años treinta. Apoyó la Revolución rusa de 1917, pero la Gran Purga estalinista de 1937 le afecta de cerca, en la persona de familiares y amigos y, muy especialmente, de su pareja. Ello no disminuye su compromiso con el destino del pueblo ruso y, a pesar de estar exento del servicio militar, se presenta como voluntario para ir al frente cuando estalla la Segunda Guerra Mundial. Sus vivencias durante el conflicto alimentan las que serán sus obras maestras, como las novelas Vida y destino, Por una causa justa y Todo fluye, así como el volumen de sus crónicas del frente, Años de guerra, todos ellos publicados por Galaxia Gutenberg. El totalitarismo soviético acabará, sin embargo, destruyendo a Grossman al requisarle el original de sus textos y prohibir su publicación. Grossman murió en Moscú 1964 creyéndolos perdidos para siempre.