En un viejo caserón con vagos recuerdos de castillo y de convento, pero amueblado con un sentido moderno y confortable. En los muros, pinturas a medio hacer, de un arte nuevo que enlaza con los primitivos. Disimuladas entre cactus, luces indirectas, verdes y rojas. Una grata fantasía en el conjunto. En el ángulo derecho una ventana con enredaderas y escalerilla de acceso. Un grueso arco, al fondo, cierra en cristalería sobre el mar; juega en él una espesa cortina. Abierta en el regrueso izquierdo del arco, la pequeña poterna por donde entra el Fantasma. Primeros términos, puertas laterales. Es de noche.